1.# Fazer diferente na Sonoscopia

1.# Fazer diferente na Sonoscopia

Por Proyecto Sónec
Publicado el 21 Oct, 2025

1.# Fazer diferente na Sonoscopia

Noelia Muñoz Galindo – Historiadora del arte e investigadora

 

Entre fines de febrero y comienzos de marzo, Sónec tuvo la oportunidad de conocer a la asociación portuguesa Sonoscopia, en la ciudad de Oporto. Se trata de una organización cultural que, a lo largo de los últimos veintiséis años, ha expandido el concepto de proyecto dedicado a la música experimental, el arte sonoro y la escucha en Portugal.

Contar nuestra experiencia es una forma de agradecerles y, al mismo tiempo, de alentar a otrxs trabajadorxs del arte a compartir saberes en ese entramado vivo que sostiene la cultura libre y nos hermana con los proyectos de gestión independiente.

Su forma de trabajar abarca ámbitos diversos: creación, investigación, archivo, edición y educación. Las huellas de estas prácticas se encuentran esparcidas por las estancias de la gran casa que nos acogió durante la residencia artística. Este espacio, ubicado en la Rua da Silva, es el segundo que ha albergado a Sonoscopia a lo largo de su historia.

Fuimos recibidos por un equipo conformado por artistas e investigadorxs, entre ellxs Gustavo Costa, Henrique Fernandes, João Costa, Patricia Caveiro, Vicente Mateus y demás colaboradorxs.

Hablamos aquí de un fazer diferente, de una forma de convivir con lo cotidiano que no es accesoria, sino esencial. Como pudimos observar en nuestras comidas, paseos y experiencias compartidas, no se trata de separar el arte de la vida, sino de entretejerlos. De crear modos de gestionar proyectos artísticos que resisten las presiones del mercado cultural y que insisten en el cuidado como una forma de hacer política desde la cercanía.

Como nos dijo Henrique en una de nuestras conversaciones, cuando tratábamos de definir qué es trabajar para una comunidad: “no hay que ir allá afuera a buscarla, comunidad somos nosotrxs.”

 

Una casa con ventanas abiertas

La confluencia de diferentes formas de pensar y actuar es una de sus principales fortalezas.”
— Colectivo Sonoscopia

 

Apenas llegamos, una fuerte sensación de familiaridad nos invadió, impulsada por el agudo llamado de las gaviotas y la imponente presencia de una casa muy semejante a las construcciones porteñas de Valparaíso, ciudad que da sentido y refugio a la Sonoteca.

Esa primera impresión nos motivó a explorar otras semejanzas en su forma de trabajar: cómo se vinculan con los artistas, las creaciones y la historia, y cómo todos esos matices se expresan a través de objetos sonoros distribuidos en distintos rincones, que narran las jornadas colectivas vividas allí. Un ejemplo de esto es el marco de la puerta, donde cada fotografía en primer plano muestra a quienes, como nosotrxs, una vez llegaron. Ahora formamos parte de ese mapa, y no solo en sentido figurado.

En compañía del artista Gustavo Costa, exploramos la casa por primera vez mientras nos contaba con cariño cómo ellxs mismos la habían restaurado, desde las puertas hasta el suelo, revelando secretos y detalles que no lograron terminar. Recordamos con ternura cómo nos hablaba de una pequeña sección sin pintar en la puerta del taller.

—“Esta parte de la puerta —la que da acceso al taller— la dejé sin pintar.”
—“Bueno, nadie se da cuenta”, le respondimos.
—“Yo sí, cada vez que paso, jajaja”, nos contestó Costa.

Esa atención a ‘lo que falta’ nos reveló una ética del detalle, donde cada gesto artesanal refleja también el modo en que construyen sus vínculos dentro del hacer artístico.

Recorrimos cada rincón de Sonoscopia con una curiosidad infantil. En la biblioteca, entre documentos de archivo, encontramos A Memória do Elefante / jornal do arte popular, una publicación de los años setenta que se convirtió en un espacio clave para nuevas corrientes musicales y culturales, fomentando la colaboración entre artistas. Con un enfoque crítico y social de la música, dedicó algunos números a reflexionar sobre los orígenes del jazz y su vínculo con la comunidad negra en Portugal.

También descubrimos otras joyas editoriales, como la serie española Oro Molido .Y en la fonoteca, un archivo vivo: recopilatorios de obras portuguesas de los años veinte, con artistas como Sata Carvalho, José Alberto Gomes, Cândido Lima o Ângela da Ponte, entre muchxs otrxs. Un sinfín de materiales sonoros e instrumentos —pianos, arpas, dispositivos intervenidos— entretejían las búsquedas estéticas con una apertura lúdica que ha involucrado incluso a las infancias.

 

 

Sus procesos abren espacio al noise, con agrupaciones que conectan e interactúan, como el Grupo Operário do Ruído , reflejado por el artista Vicente Mateus en sus fanzines mensuales —aquellos que nos llevamos en secreto 😚—. En ellos se narran experiencias de artistas y creaciones que pasan por la casa: “um percuso temporal e visual, disfuncional e errático.” Zinescopia 8.

Explorando su página web , nos reencontramos con ediciones fonográficas que ya habíamos tenido entre manos. Algunas piezas cobraban nuevo sentido al descubrir su contexto curatorial: plataformas de experimentación que articulan creación, archivo y escucha.

Nos detuvimos especialmente en los objetos que conformaban Disposofónicos: acumuladores de objetos sonantes , ▶︎ Disposofónicos: Acumuladores de Objectos Sonantes | Sonoscopia– auras estéticas que, aunque desligadas del discurso completo de la exposición, siguen interpelando desde su presencia silenciosa.

Así mismo nos topamos con las piezas de madera que dieron forma a la instalación Los sonidos nacen de los cajones.

Entre sus ediciones fonográficas destaca la serie Sonido desorganizado, que desde 2021 compila a diversos artistas como Natura Mimesis (Gustavo Costa, Clara Saleiro, João Dias & Biliana Voutchkova).

Transarkiv es un curioso simulador de composición con sonidos ambientales y efectos que invitan a explorar la creación sonora experimental. Phonambient, por su parte, es un proyecto de documentación y transformación artística del patrimonio sonoro contemporáneo.

Por último señalamos el proyecto Hueco , de Gustavo Costa y Henrique Fernandes, basado en la búsqueda de la dimensión espiritual del sonido. Hasta ahora ha tocado las cuevas prehistóricas del Kurdistán iraquí, una mina de sal en Loulé, la comunidad indígena de Kurtinurwa en la Sierra Nevada colombiana y las experimentaciones con sintetizadores particulares en Rotterdam.

El lugar sorprende también por su estudio de música electroacústica , equipado con máquinas de los años setenta donadas por un artista alemán y numerosos colaboradores internacionales. Este estudio funciona como sala de improvisación bajo la dirección de João Costa, con la colaboración de Wouter Jaspers. Está basado en técnicas pioneras de música experimental y concreta, utilizando equipos industriales de prueba y medición para generar efectos sonoros.

Sonoscopia se presenta a nuestros oídos como un gran archivo, un espacio creado para integrarse, analizar, deliberar y producir. Destaca el apego a lo analógico por encima de la fluidez con la que nos asolan los formatos de la vida digital, en una entrega de esencia cultural y la intención de darle espacio a cada expresión. Aunque sus actividades se inscriben dentro de una línea o curaduría, permanecen abiertos a vincularse, conocer y conversar acerca de experiencias afines bajo la perspectiva que los une: la música, la materialización del sonido y el misterio de las escuchas.

El espacio es un archivo-museo, donde pueden encontrarse dispositivos de distintas épocas: hileras de radios y aparatos electrónicos, porque, como decía Henrique, “Sonoscopia es más que sus libros y discos; es un archivo-museo.”

 

 

Una conversación larga, siempre abierta

 

Conversar, recordar y establecer ideas sobre la asociatividad permite comprender cómo operar un proyecto independiente, qué recursos aglomera y qué tipo de agencias recoge y reconoce.

Las experiencias vividas en Sonoscopia reforzaron nuestra idea de que hablar de arte no es solo ejercitar un lenguaje técnico reservado a unos pocos. Es, sobre todo, hablar de vínculos: una red de relaciones e interacciones que trasciende lo que solemos dar por hecho al hablar de cultura o identidad.

También implica encontrar una resonancia que no solo es sonora, sino emocional, tejida en gestos simples pero poderosos —desde la sopa de sangre de gallina que nos compartieron hasta la cerveza amable que trajo Gustavo Costa a la mesa mientras conversábamos sobre Sónec y su trayectoria de once años.

Así se construyen formas de escuchar y acompañar que nos atraviesan sin estridencias, tan sutiles que a veces parecen invisibles. Pero son justamente esas formas las que dan carácter a la casa que te recibe.

La estancia se envolvió en un acompañamiento constante por parte de sus miembros. Las conversaciones fueron sencillas, sinceras. Hablamos de matices culturales, compartimos comidas en distintos lugares, y nos regalaron también la poética de su costa, en la playa de Gaia, de la mano de João Costa . Allí, arrodillada en el acantilado cercano a la Capela de San Pedro de Pedra, me mojé esperando captar con mi cámara, la fuerza de una ola. Cuando lo logré, grité feliz: “¡La tengo!”

Henrique nos dijo: “Pues hay que ver qué es una comunidad… Comunidad somos nosotros.” Ese “nosotros” se detiene a mirar con atención la agencia que se enraíza en las personas que pasan, que conocen, que han crecido con el espacio. Personas que, de no haberse cruzado con ellxs, quizá no habrían asistido desde niños a conciertos de música experimental, ni participado en talleres o sesiones de escucha, ni se habrían sentido parte de algo tan vivo como este lugar.

Coincidimos con dos artistas sonoras que trabajaban con su propia voz y cuerpo, trazando caminos personales en ese cruce generoso de escuchas compartidas. La eslovena Tisa Neža Herlec y la francesa Maud Buckenmeyer formularon un trabajo performativo que integraba voz lírica, efectos guturales y onomatopeyas como materia sonora, acompañadas por danza experimental. Desde ahí exploraban conductas humanas, emociones y conflictos psíquicos, en una puesta en escena que interpelaba la energía física y la narración simbólica, sostenida por una fresca potencia conceptual.

 

 

 

Marcharnos de Sonoscopia fue como dejar atrás una conversación aún inacabada. No fue una visita, sino un encuentro entre haceres compartidos, luchas cotidianas e ideas luminosas de compañerxs.

La casa, con su memoria viva, su hospitalidad sincera y su tejido de afectos, nos recordó que crear es también cuidar; que escuchar es una forma de pertenecer; y que los proyectos verdaderamente transformadores no buscan brillar en soledad, sino encender otras llamas en su chimenea.

Comprendimos que la casa, como primera unidad que da sentido a nuestras vidas, es el lugar desde donde se hacen posibles otras ontologías —insurrectas, delicadamente guardadas en sus cajones, preservadas para encontrar arraigo en cada visita, y al mismo tiempo, abiertas para recibir nuevos aires.

Regresamos a casa con sonidos en las manos, imágenes en la piel, preguntas renovadas y una certeza: hay formas de hacer que no solo resisten, sino que siembran.

Sonoscopia no es solo un lugar; es una práctica, una actitud hacia el arte y la vida. Y, quizás lo más importante, una invitación abierta. Como nos recuerda Audre Lorde: “Ni la poesía, ni el aprendizaje son un lujo.” Por eso, sujetxs nómades del arte, ténganlo presente cuando vuelvan a amueblar sus casitas.

 

“Queremos que la gente venga a Sonoscopia, a nuestros eventos, que se incluya en nuestros proyectos y que se sienta parte de Sonoscopia.”
— Colectivo Sonoscopia

 

Notas al pie:

1. Chema Chacón, Oro Molido, serie de publicaciones sobre improvisación libre, arte sonoro y música nueva en España, fundada en 2001. También creador del programa Música Difícil y del Festival Hurta Cordel.

2. Grupo Operário do Ruído, colectivo abierto, transgeneracional e itinerante dedicado a la experimentación sonora y la improvisación libre, dirigido en 2024 por António Serginho y Carlos Guerreiro, “Sessão – Grupo Operário do Ruído,” Sonoscopia, ttps://sonoscopia.org/operario-do-ruido/.

3. Sonoscopia, plataforma para música experimental y organización cultural, página oficial, “Sonoscopia – Platform for Experimental Music,” https://sonoscopia.pt/

4.“Disposofónicos,” exposición para el Festival Dar a Ouvir, convento de São Francisco, Coimbra, 2024, Sonoscopia. Disposofónicos – Sonoscopia

5. Das Gavetas Nacem Sons (2012-2017) es un instrumento musical colectivo instalado por Sonoscopia en diversas ciudades del país — Porto, Braga, Lisboa — e incluso presentado en Bélgica. Das Gavetas Nascem Sons – Sonoscopia

6.Sonoscopia, Som Desorganizado 2021, álbum, disponible en Bandcamp, https://sonoscopia.bandcamp.com/album/som-desorganizado-2021.

7.Transarkiv es un simulador de composición sonora que invita a la exploración experimental del sonido. Transarkiv.Transarkiv

8. Sonoscopia, Oco EN, dispositivo electroacústico, plataforma Sonoscopia, https://sonoscopia.org/projeto/oco-en/.

9. El estudio electroacústico de Sonoscopia utiliza dispositivos originalmente no diseñados para música —osciladores, filtros, generadores de marcas como Rohde & Schwarz, Hewlett-Packard y Bruel & Kjaer— conectados a un mezclador Ramsa, junto con máquinas de cassette Telefunken, Uher y Revox para cinta analógica y una interfaz digital de 16 canales para grabación.
10.Quién le dio el capricho a esta persona de recopilar libros para su acervo personal, soportando mis preguntas ansiosas entre comida y playa. Así regresaron conmigo al campo Quantum Listening de Pauline Oliveros (2024, Johannesburg: Spiral House) y Bodies of Sound: Feminism and Sonic Practices, editado por Irene Revell y Sarah Shin (2024, London: Silver Press).